En este pasaje evangélico encontramos tres escenas:
En la primera, en casa de Pedro, Jesús cura a su suegra de la fiebre y la capacita para el servicio: “se puso a servirles”.
Después, a la puerta de la casa, con toda la población presente, cura a muchos enfermos y endemoniados y les impone silencio; es el recurso del evangelista para que la gente no se haga una imagen parcial y errónea de la persona de Jesús y de su misión.
La tercera escena nos sitúa a Jesús solo, de madrugada, orando. No se contenta con el éxito, necesita conocer la voluntad de Padre. Cuando acude Pedro y los discípulos, Jesús muestra su deseo de no conformarse con Cafarnaún, donde todo el mundo lo busca, sino de partir a otros lugares a cumplir el encargo recibido.
Debemos aprender de Jesús esa necesidad de “retirarse” para orar; debemos ser contemplativos. Y, al mismo tiempo, no contentarnos con “nuestra parcela” y nuestros “éxitos”, sino estar dispuestos a salir de nosotros mismos y de “lo nuestro” para llevar la buena noticia del Evangelio a todas partes, incluidas las periferias.
1.- Se levantó y se puso a servirles… ¿Hay alguna realidad que te impida servir a los demás?, ¿le pides al Señor que te cure y te ayude en la tarea?
2.- Se marchó… y se puso a orar. ¿Llevas a la oración los avatares de cada día?, ¿encuentras fuerza en la oración para seguir adelante cumpliendo la voluntad de Dios?
3.- Vamos a otra parte… ¿Te preocupas sólo de vivir “tu” fe o participas también de la tarea evangelizadora?, ¿cómo lo haces?, ¿a qué personas, a qué realidades puedes llegar?
Señor Jesús
Tú que sanaste corazones heridos,
y devolviste la salud a los enfermos,
ven hoy nuevamente, y llénanos de tu presencia,
para que en ti encontremos vida y salvación.
Derrama en nosotros tu gracia
para que nos liberes
de todo lo que nos aleja o nos separa de ti.
Ven, Señor
y danos salud de cuerpo y alma.
Actúa en nosotros y después envíanos
para anunciar tu Buena Nueva,
como hiciste Tú.
Que así sea.