En el pasaje del evangelio que hemos leído hoy podemos distinguir dos partes: el diálogo entre Pedro y Jesús sobre "cuántas veces hay que perdonar" y una parábola sobre el perdón.
Perdonar 7 veces a la misma persona parece mucho. Pero si tenemos en cuenta que el número 7, en el lenguaje bíblico, significa totalidad y perfección, la pregunta de Pedro se podría reformular así: "¿tengo que perdonar siempre a mi hermano?". La respuesta de Jesús, con el 70 veces 7, indica que el perdón al hermano tiene que ser perfectamente perfecto e infinitamente infinito. Y si tenemos en cuenta que en el libro del Génesis el castigo del que atentara contra Caín era de 7 veces y el que lo hiciera contra Lamec de 77 veces, Jesús realiza un cambio radical en las relaciones entre las personas: de la venganza sin límites al perdón sin límites.
En la parábola compara Jesús el Reino de los cielos con lo que sucede con un rey capaz de perdonar una deuda inmensa a uno de sus siervos y el siervo perdonado que no es capaz de perdonar una minucia a uno de sus compañeros.
Dios es como ese rey que perdona 70 veces 7; perdona siempre una deuda impagable, pero pide que seamos capaces e perdonar; que pongamos en práctica lo que tantas veces rezamos en el Padrenuestro: "perdona nuestras ofensas (pecados) como también nosotros perdonamos a los que nos han ofendido".