Jesús sigue ofreciendo a sus discípulos el “manual de comportamiento”, sigue ilustrando cómo deben interpretar la Ley de Moisés: desde el corazón, desde el amor y desde la relación con Dios que expresa el Padrenuestro. Como el domingo pasado leíamos las cuatro primeras antítesis, hoy proclamamos y meditamos la quinta y la sexta:
Frente a la ley del Talión, “ojo por ojo y diente por diente”, Jesús propone a sus discípulos unas relaciones nuevas basadas en el amor y el perdón; frente a la lógica humana, que lleva a despreciar al enemigo, Jesús pide a los suyos que recen por él, que hagan el bien y que renuncien a hacerle daño.
Con ello Jesús no pide a sus discípulos algo inalcanzable; les pide que tomen como medida de su actuar no la letra de la Ley, sino el comportamiento de Dios, que nos ha amado primero, que es bueno con todos, que trata a todos por igual, sean buenos o malos.
Si así se porta
el Padre celestial, sus hijos deben hacer los mismo. Es algo que debemos
recordar cada vez que recemos el Padrenuestro.