Jesús, en este discurso, utiliza un lenguaje “apocalíptico” para hablar del “eschaton”, es decir, de los últimos tiempos; es un género literario utilizado por los profetas para dar consuelo y esperanza al pueblo en momentos de crisis; un género que usa imágenes y expresiones que no han de entenderse de forma literal, sino ligadas al mensaje que se quiere revelar.
En este pasaje, las imágenes del “sol”, la “luna”, los “astros”, los “cuatro vientos”, la “higuera”... están al servicio de un mensaje muy claro: Cristo vendrá de nuevo, en un tiempo cercano pero incierto, y hay que estar preparados.
Es posible que la comunidad de Marcos, ante el retraso de la venida del Señor, mostrara signos de dejadez, de rutina y de abandono del mensaje radical de Jesús. Por ello el evangelista les recuerda que Jesús vendrá como el Hijo del hombre anunciado por el profeta Daniel: aparecerá al final de los tiempos, revestido con el poder y la gloria de Dios y, como triunfador definitivo, convocará y reunirá a los que le han permanecido fieles. Lo que no sabemos es cuándo ocurrirá ésto. Todo cálculo en este sentido carece de fiabilidad, porque el momento final sólo está en el corazón del Padre. Lo importante es fiarse de la Palabra de Jesús, que “no pasará”, y vivir con la certeza de que a partir de su muerte y de su resurrección ese día ya está presente, palpitando en nuestro tiempo.
La Iglesia celebra el 17 de noviembre la VIII Jornada Mundial de los Pobres. El papa Francisco propone como lema de este año “La oración del pobre sube hasta Dios”. Este mismo día, el Santo Padre presidirá la celebración eucarística en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, a la cual seguirá el tradicional almuerzo con algunos pobres en el Aula Pablo VI.
La idea de impulsar esta Jornada surgió el 13 de noviembre de 2016, durante el cierre del Año de la Misericordia y cuando en la Basílica de San Pedro el Santo Padre celebraba el Jubileo dedicado a las personas marginadas. Al finalizar la homilía, y de manera espontánea, Francisco expresó un deseo: «quisiera que hoy fuera la Jornada de los Pobres». Desde entonces, se celebra esta Jornada en torno a esa fecha.
La Jornada Mundial de los Pobres es una oportunidad pastoral que invita a los creyentes a escuchar la oración de los pobres tomando conciencia de su presencia y de su necesidad. Por ello, Francisco considera esta jornada como una ocasión propicia “para llevar a cabo iniciativas que ayuden concretamente a los pobres, y también para reconocer y apoyar a tantos voluntarios que se dedican con pasión a los más necesitados”.
“Debemos agradecer al Señor por las personas que se ponen a disposición para escuchar y sostener a los más pobres. Son sacerdotes, personas consagradas, laicos y laicas que con su testimonio dan voz a la respuesta de Dios a la oración de quienes se dirigen a Él. El silencio, por tanto, se rompe cada vez que un hermano en necesidad es acogido y abrazado”, señala.
Con objeto de animar la celebración de esta Jornada, la CEE y Cáritas han preparado diversos materiales para su utilización por parte de todas las diócesis, parroquias, comunidades, movimientos, asociaciones e instituciones de la Iglesia.
Esta convocatoria es una nueva oportunidad para reflexionar sobre cómo dar una respuesta adecuada que lleve alivio y paz a tantas personas, dejadas a merced de la incertidumbre y la precariedad. Con ese objetivo, los promotores de la Jornada proponen pensar sobre cómo podemos cuidar y alimentar la dimensión espiritual de las personas que acompañamos a través de la oración, de una formación o de una lectura sugerente. También plantean la celebración de posibles encuentros de oración en la parroquia, en el centro de acogida, en las residencias junto con las personas participantes, facilitando algunas ideas inspiradas en el mensaje de la Jornada.
Orar juntos -señalan- para abrir ventanas a Dios, escuchar lo que nos inspira a través de los hermanos, dar gracias y pedir, fortalece la fraternidad y dan sentido a la misión.