Cincuenta días después de la Resurrección de Jesús concluimos hoy el tiempo de pascua con la celebración del día de Pentecostés, fiesta del Espíritu Santo. Sin embargo, y a diferencia de la lectura de Hechos de los Apóstoles, en el pasaje evangélico de hoy la efusión del Espíritu tiene lugar el mismo día de Pascua. Y es que el evangelio de Juan quiere destacar que la Resurrección de Jesús y la efusión del Espíritu son aspectos complementarios de una misma realidad.
Por ello es Jesús mismo quien envía el Espíritu. Y lo hace, "aliento del Resucitado", soplando sobre los discípulos. Así, al realizar el mismo gesto que hizo Dios al crear al ser humano, recrea a los discípulos, los libera de la vieja condición de "encerrados" y los prepara para la misión. Los discípulos son enviados por Jesús, de la misma manera que él mismo fue enviado por el Padre, Y parte fundamental de esa misión será el perdón de los pecados.
Celebramos el día de Pentecostés. No es un acontecimiento que pertenezca al pasado, pues el Espíritu Santo continúa vivo y sigue manifestándose en nuestro mundo, en personas y situaciones concretas.
La Iglesia celebra el día de Pentecostés, este año el domingo 8 de junio, el Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar. «Testigos de esperanza en el mundo» es el lema que la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida propone para la Jornada de este año, enmarcada dentro del Año jubilar 2025.
Para esta Jornada los obispos de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida hacen público un mensaje en el que explican que este año se celebra Pentecostés en el contexto del año jubilar, «en el que escuchamos una fuerte interpelación a cultivar la virtud teologal de la esperanza, que, como nos dice san Pablo, encuentra su fundamento en el amor de Dios que se nos ha dado a través del Espíritu Santo».
Por ello, recuerdan dos eventos importantes: el Sínodo sobre la Sinodalidad y el Congreso de Vocaciones, que se celebró el pasado mes de febrero, «como expresión de la comunión eclesial, son signos de esperanza para nuestra Iglesia que anhela seguir haciendo camino, subrayando la diversidad de vocaciones para la misión evangelizadora. La vocación de la Iglesia es la misión, el anuncio explícito de Jesucristo con palabras y con obras».