En el pasaje evangélico de hoy podemos distinguir dos escenas. La primera sucede el mismo día de Pascua y narra la aparición de Jesús resucitado a un grupo de discípulos. De este modo, el Señor cumple su promesa de volver junto a ellos y enviarles su Espíritu. La segunda escena tiene lugar al domingo siguiente y narra la aparición a Tomás, que no estaba presente en la escena anterior y, no haciendo caso del testimonio de sus compañeros, exige pruebas palpables de que el Señor está vivo. De este modo el evangelista indica la importancia de la comunidad como lugar para vivir e interpretar la experiencia pascual. Ésta se produce cuando el apóstol vuelve a reintegrarse en la comunidad y prorrumpe en una auténtica confesión de fe: "Señor mío y Dios mío".
Los últimos versículos del relato constituyen el probable final original del cuarto evangelio, en los que el autor nos explica por qué lo ha escrito: "para que creáis". Su intención no ha sido elaborar una biografía detallada sobre Jesús, sino fortalecer la fe de sus lectores mostrando el sentido profundo de los "signos" por él realizados. Ojalá nosotros, al leer estas cosas, nos sintamos confirmados en lo que creemos y podamos experimentar en nuestras vidas la presencia viva y dinámica del Resucitado.