Honrar desde el amor a los padres es un mandamiento de Dios que está escrito en nuestro corazón, y respondemos con el salmo que proclama la providencia divina manifestada en el don de la familia.
La vivencia del amor de Dios en la comunidad cristiana y en la familia, pues el origen de las primeras comunidades está en las casas familiares que se ensanchan acogiendo a otras familias. La Iglesia nació y se expandió a través de estas iglesias domésticas. La Sagrada Familia tiene que buscar refugio en un país extranjero como emigrantes.
El evangelista San Mateo subraya la paternidad fiel de San José, él sabe escuchar a Dios que le dice «levántate», y sabe renunciar a sí mismo para cumplir la voluntad de Dios cuidando a su familia.
La Iglesia celebra este año el domingo 28 de diciembre la Jornada de la Sagrada Familia con el lema «Matrimonio, vocación de santidad». El camino vocacional de cada persona «es un plan único trazado por Dios», que se va revelando en el tejido real de la vida. En el caso del matrimonio, la llamada no se percibe habitualmente como una decisión previa y abstracta —como si primero uno descubriera su vocación al matrimonio y solo después encontrara a la persona adecuada—, sino que nace precisamente en el encuentro con alguien concreto».
Es en el amor hacia una persona determinada, explican
en el mensaje, donde el hombre y la mujer descubren que Dios los llama a vivir
una comunión estable y fecunda, a hacer de ese vínculo una entrega total y
definitiva. De este modo, «cada historia de amor auténtico puede convertirse en
lugar de llamada y de misión: el espacio donde Dios invita a los esposos a ser
signo visible de su propio amor fiel y creador».