Este pasaje del evangelio forma parte de los relatos de la infancia de Jesús, en los que se mezclan recuerdos históricos con la fe que su resurrección había despertado en sus seguidores.
El personaje central es Jesús. En él, concebido “por obra del Espíritu Santo”, se cumple el anuncio profético de Isaías: el hijo de María es Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”; esta realidad, anunciada antes de su nacimiento, se cumplirá durante toda su vida y para siempre: Sabed que yo estoy con vosotros (Emmanuel) todos los días hasta el fin del mundo.
También es protagonista José, del que se dice que "era justo". Su justicia lo llevaba a cumplir la Ley pero, al conocer el origen divino del niño, cambia de opinión y se muestra justo en otro sentido: es compasivo, actúa de acuerdo a la voluntad de Dios y así salva a María y al niño que espera. Además, cumpliendo en encargo del ángel, le pone por nombre Jesús, indicando así su misión, pues El salvará a su pueblo de los pecados. Con el nombre, además, José conectará a Jesús con la descendencia de David y con todas las promesas mesiánicas del Antiguo Testamento.
La lectura de este pasaje en la liturgia anuncia la cercanía de la Navidad. Nos recuerda quién es Jesús y cuál será su misión, pero además nos ofrece un modelo de cómo debemos acoger su venida entre nosotros, aunque nos resulte, como a José, difícil de comprender.