“Lo que es ir al cielo... iremos los de siempre”. Esta frase que caricaturiza a los que hemos convertido la práctica o prácticas religiosas en un Seguro de Salvación, se hubiera podido decir también por los judíos que escuchaban a Jesús. ¡Poco ha cambiado la humanidad en dos mil años!
Ser de nacionalidad judía y cumplir con la ley de Moisés era el Seguro de Salvación Judía, como ahora estar bautizado, casarse en la Iglesia y venir los domingos a Misa ha sido, y es, para no pocos el Seguro de Salvación y, por contrapartida, en Seguro de Condenación para los que no cumplen esas condiciones.
Con esta manera de pensar no sólo hacemos estrecha la puerta del Reino sino que la cerramos de un portazo ante los demás, mientras nosotros nos la hacemos cómoda y ancha, como cuando nos conformamos con comulgar unos cuantos Viernes o unos cuantos Sábados, para estar seguros de que la salvación está asegurada.
TÚ, SEÑOR, ERES NUESTRA SALVACION
Ahora y siempre
En el presente y en el futuro
En la enfermedad y en la muerte
En las penas y en los sufrimientos
En las pruebas y en las contrariedades
En las luchas y en las fatigas
En nuestra búsqueda y en nuestro olvido
En nuestro camino y en nuestro desierto
En nuestro estudio y en nuestro pensamiento
En nuestra oscuridad y en nuestra fe
En nuestra debilidad y en nuestras caídas.